miércoles

culo caliente

Día complejo, mucho frío y pocas horas dormidas. Uno de esos días en los cuáles odiás al 93% de gente (el 7% restante muchos de uds. sabrán a quién le corresponde) y te cae mal hasta la bufanda cuadrillé que se puso ese tipo. Uno de esos días en los cuáles te gustaría subir al bondi y que no haya más de cuatro o cinco personas sentadas (y dije personas, no viejas). Y bien lejos. Pero obviamente no pasa. La línea 95 (Avellaneda-Palermo), nunca voy a entender bien por qué, parece un micro a las Termas de Río Hondo con descuento del 70% para afiliados al PAMI. Va directo a Facultad de Medicina pero está repleto de viejas, no ves un sólo médico, sólo posibles pacientes. Por supuesto, esto tiene sus consecuencias. Y severas. Más de tres o cuatro tocadas de timbre por parada, gritos al chofer sin sentido, peleas con uñas y prótesis dentales por la ocupación de un asiento, fuerte olor a perfumes varios, codazos, carterazos, extensas esperas entre cada subida y bajada y, en particular, el tema que nos compete, que nos trae y reúne aquí, a esta conferencia de quejosos obstinados: el culo caliente.
Situación: 9 de la mañana, colectivo repleto. Después de varios minutos de estar parado, con sueño, cagado de frío y de haber cedido la posibilidad del asiento a veinticinco mujeres, por fin el lugar que tenés adelante se desocupa y, más allá de que falten diez cuadras para tu parada, te invade la felicidad plena (por supuesto, antes de eso, diecisiete personas que subieron después de vos eligieron bien dónde pararse y ya viajan cómodamente sentados -algunos incluso ya se bajaron-). La/el señora/sr. se levanta y te mira casi como esperando un agradecimiento injustificado, a lo que vos respondés con una habitual sonrisa falsa pública y te avalanzás sobre el asiento. En un primer contacto, que dura 2 segundos, todo parece normal, todo va sobre rieles tal como lo planeaste y pensás que las 10 cuadras restantes van a ser las más increibles de tu día... pero no. Al instante te das cuenta de que pasó lo peor, que esa pesadilla que te atormentaba se convirtió en realidad y aquello que torturaba tu cabeza acaba de ocurrir: te dejaron el asiento "calentito". Nada te fastidia más. Te recorre una sensación comparable al haber hundido el cuerpo en una bañadera llena de barro, sentís como si treinta gordos sudorosos hubiesen usado la tabla del inodoro antes que vos y ya no hay vuelta atrás. El viaje se hace interminable. Te levantás 3 cuadras antes de tu parada y vas caminando despacio hasta el timbre. Tu mañana está arruinada. Vas a estar de mal humor, con suerte, hasta las 13:45 y algo muy grande va a tener que pasar para poder superar la desazón. Otro vez la misma mierda. Otro culo caliente que te cagó el día.

4 comentarios:

  1. me gusta chino.. pero sos un pibe feliz como para poder llevar a diario un blog sobre fastidio. quiero decir...esta creado por vos si, pero no para vos. chino...sos un pibe de barrio. los pibes de barrio no se fastidian a diario.

    abrazo nene.

    pd: nada mejor que apoyarse una vieja cada mañana.

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  2. Suele pasar, odio cada uno de los bondis que tomo, menos el "152" que parece el "Bafweek".... está bueno nene... que sigas bien. te mando un abrazooo!

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  3. A mi me cae bien el culo caliente en invierno. Si lo odio en verano.
    Buena catársis.

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  4. Miralo vos al Chino quejandose por ahí. Muy bueno el blog, espero que la próxima vez que te encuentre no andes diciendo que tengo nombre de hombre. Comportate borrachin! jaja

    Besoo

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